Los antiguos habitantes de éstos
pueblos, al igual que en otros lugares de mesoamérica
tenían la costumbre de ofrecer sangre a los dioses, incluso la propia. La manera de
hacerlo era mediante punciones en la punta de la lengua o en lo alto de las
orejas usando navajas de obsidiana o puntas de maguey. Por el agujero practicado solían
hacerse pasar cañas y pajuelas tan anchas como dedos de la mano. La
sangre que brotaba era recogida en papel (amatl) y de éste modo era
ofrecida delante de los ídolos.
En éstas provincias se libraban cruentas guerras por ser frontera con otros reinos y se hacían crueles
sacrificios de cautivos y esclavos. Ver: piedra gladiatoria del cerro colorado.
Sacrificio azteca |
Los tlamacazques o estudiantes del
sacerdocio llevaban a cabo un sacrificio extremo*: por medio de una
navaja abrían un agujero en la piel del pene y por ahí pasaban una
cuerda tan gruesa como la muñeca del brazo y de una longitud según la
devoción del penitente; podía ser de diez a veinte varas**. Si
alguno desmayaba en el suplicio, se decía de él que su flaqueza era por haber
pecado estando secretamente con alguna mujer. Era ésta una dura prueba de virginidad para los mancebos casaderos. La demás gente del pueblo se
sangraba de las orejas, brazos y lengua. La gente muy devota incluso
tenían la lengua y las orejas con borde aserrado por tantas sangrías
practicadas..
Cada año los sacerdotes y la gente
pueblo practicaba un ayuno que duraba ochenta días como la llamada
panquezalizthi de México *** , en el cual la gente llegaba a enfermar e incluso moría. Había otros ayunos que duraban diez,
veinte o cuarenta días los cuales practicaban previamente a la
celebración de sus fiestas dedicadas a sus dioses.
En Tehuacán se llevaban a cabo ayunos
rituales**** a manos de cuatro sacerdotes, los cuales eran renovados
al término de un periodo de cuatro años. Los mancebos escogidos para tal adoración
debían llevar una vida austera durante los cuatro años. Se les daba
solo una manta (maxtil o maxtlatl) que les cubría lo absolutamente
necesario y debía protegerles contra las inclemencias del tiempo. Dormían en la tierra con una piedra como almohada.
Ayunaban los cuatro años absteniéndose de comer más que una tortilla y atole de maíz al mediodía, restricción que se les levantaba cada veinte días, pudiendo entonces comer de todo cuanto gustasen antes de retornar a su severo ayuno.
Ayunaban los cuatro años absteniéndose de comer más que una tortilla y atole de maíz al mediodía, restricción que se les levantaba cada veinte días, pudiendo entonces comer de todo cuanto gustasen antes de retornar a su severo ayuno.
Se ocupaban en hacer oración, entonar
cantares, ofrendar su sangre e incensar cuatro veces durante la
noche. Mientras dos de ellos podían dormir, los otros dos velaban haciendo su labor. También se abstenían de tener contacto carnal con mujeres;
de quebrantar éste mandato, el flagrante era sometido a juicio
popular, y de ser hallado culpable, era muerto a garrotazos, quemado, y
sus cenizas eran arrojadas al viento para borrar la memoria del
aborrecible quebrantador de la ley.
Tzompantli |
La principal función de éstos
sacerdotes consagrados era contactar a los dioses para recibir
consejo respecto a los asuntos que concernían a la vida práctica y
espiritual del pueblo, muy dado a creer en los agüeros y
premoniciones.
A los prisioneros de guerra los
sacrificaban y decapitaban. Desollaban las cabezas, y las pieles con
todo y cabellos eran secadas, curadas y guardadas. Las calaveras eran
clavadas por las sienes en tzompantlis y exhibidas a un lado
de los templos. Podían llegar a contarse por cientos de calaveras en cada tzompalntli, y eran
consideradas trofeos de guerra y muestra de entrega y devoción a sus dioses..
Cuando había alguna fiesta y había
que bailar, en el tianguis se apostaban pintores y pintoras que
decoraban los rostros, brazos y piernas de los participantes. Se decoraban de muchas maneras de acuerdo al caso; también se pintaban para salir a pelear cuando había guerra.
Detrás de los principales templos
había habitaciones destinadas para mujeres en su mayoría vírgenes
escogidas por su honestidad y destinadas a ayunar, a limpiar y
mantener los templos por uno o varios años según su personal
elección; pero también había mujeres mayores que escogían acabar
sus días ahí. También se ocupaban en hilar y tejer utensilios
para el templo. Si alguna de éstas mujeres reía con algún varón
le daban fuerte castigo; si le llegaban a conocer contacto carnal,
daban muerte a ambos amantes.
Ellas solían barrer las partes bajas
del templo, mientras los ministros se ocupaban de las partes altas,
labor que era llevada a cabo con plumajes ricos, y sin dar jamás la
espalda a los ídolos.
* No aclara si quienes hacían ésta ritual eran solo los jóvenes aspirantes a sacerdotes, los estudiantes del
calmecac, o todos o algunos mancebos que quería casarse. Hay muchos puntos oscuros en los relatos
de la época.
calmecac, o todos o algunos mancebos que quería casarse. Hay muchos puntos oscuros en los relatos
de la época.
** Una vara medía entre 83 y 90 cm
*** México, Tenochtitlán
**** Seguramente se trata de los
rituales que se hacían en la cueva sur del cerro coloradoFuente: Historia de los Indios de la Nueva España. Fray Toribio de Motolinía. Cap. 9 :103 a 109
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