jueves, 23 de agosto de 2012

LOS POPOLOCAS SEGÚN LOS DE TEZCUCO


Pirámide popoloca en Santo Nombre, Tlacopetec de Benito Juárez Puebla

"De las barbas del sol y el descubrimiento del fuego (mito pirogénico)"
  1. ...En ésta provincia de Tezcuco arriba descrita señoreaban los otomíes, como hemos contado. Pero después vivía otra suerte de gentes llamados Populocas, hacia la Mixteca, gente que adoraban al Sol, como los Otomíes creían en la Luna ser el creador de las cosas todas, y eran grandes embaiadores (embusteros) y encantadores y los primeros que encontraron el fuego, como os contaré.
  1. Uno de éstos Populocas, como eran ociosos y gente sin cuidados, algunos, tomando un bastón muy seco por la punta aguda estando al sol y sin pensar hizo girar al bastón sobre un pedazo de madera a modo de taladro con gran fuerza.
  2. Con tal movimiento algunas pequeñas astillas salieron del madero y del otro y se molieron muy menudo hasta que por el grande y continuo movimiento que el indio hacía al bastón, se encendió , mediante las astillas que cebaron de repente el fuego.
  3. Lo que visto por los populocas lo tomaron a maravilla y los principales entre ellos ordenaron, para ser superiores a todos, hacer una gran hoguera.
  4. Y habiendo juntado mucha madera, la llevaron a la cumbre de la más alta montaña de su provincia y allí llevaron el fuego, el cual crecía.
  5. Y el humo fue visto de los otomíes, de lo que estaban maravillados y a la vez corridos y como dolidos de que otros y no ellos hubiesen tal encontrado.
  6. Y enviados mensajeros ante los populocas para saber porqué y quién les había aconsejado la burla de éso sin mandato.
  7. Pues decían ellos: “Hacer un milagro conviene a nosotros y no a vosotros”.
  8. A lo que los populocas dijeron que ellos eran tan buenos como aquellos, y aún los aventajaban para hacer aquello.
  9. Por lo que los otomíes les anunciaron la guerra, y ellos se pusieron en armas, pero cuando la batalla se quería librar, los otomíes les pidieron a los populocas que pues (si) su dios era tan poderoso que mostrasen una señal, en lo que de acuerdo con los populocas, los otomíes pidieron tres cosas:

    TRES MARAVILLAS DE LOS POPULOCAS

  10. La primera, que hiciesen que un llano donde estaban se llenase de casas, lo que hecho, en seguida por arte diabólica pidieron también que no quedase nada de ello, todo como antes.
  11. La segunda, fue que hicieran aparecer allí muchas gentes que se matasen, lo que fue hecho; en pidiendo que aquello cesase, nada quedó.
  12. Finalmente les pidieron a hora de vísperas que hiciesen detener el Sol.
  13. Para lo cual los populocas comisionaron a un hechicero, el cual yendo por el aire, encontró al sol barbudo y le preguntó a donde iba.
  14. A lo que él le dijo: Vengo a pedirte que te detengas, pues otra vez éstos malvados enemigos nuestros nos llevarán la ventaja ni a tí ni a nosotros.
  15. “Detenerme -dijo el Sol- no es posible, porque como soy gran dios, hay muchos otros dioses que me aguardan delante, de modo que tengo que ir de prisa a alcanzarlos para ver que hacen.
  16. Mas, para satisfacer a nuestros enemigos, lleva éstas mis barbas, que es la cosa que yo más estimo que todas las demás y decid a ésos perversos que si ellos no os dan la victoria, los destruiré a todos sin que ninguno quede.”
  17. El hechicero entonces se volvió con éstas barbas, las cuales en viendo los otomíes, que tal nunca habían visto, y pues ellos se guardaban de las cosas que les han de sobrevenir, quedaron muy atemorizados, y les dieron por entonces la ventaja.
  18. Eran esas barbas de largo de media vara un poco gruesas y rojas.

    EL DIOS AMATEOTL

  19. Tenían éstos populocas otro ídolo de la estatura de un hombre, al cual ellos nombraban Amateotl, que quiere decir “Dios de Papel”, teñido con sangre de hombres
  20. Porque todas las veces que ellos ganaban una batalla le sacrificaban el mejor esclavo que prendían en señal de acción de gracias.
  21. Arrancándole el corazón en vida y mojando en la sangre del corazón un papel tan grande como una mano, el cual le pegaban.
  22. Y según la cuenta que los indios observan, tenía la sangre de ochenta mil esclavos a la sazón cuando los españoles los encontraron, los cuales lo quemaron juntamente con las barbas del sol y otros ídolos.


    Fragmento tomado de Teogonía e Historia de los Mexicanos Ángel Ma. Garibay

No hay comentarios:

Publicar un comentario